Monday, February 13, 2006

JOHN HUSTON: EL BOTIN AL FINAL DE UN LARGO VIAJE.

JOHN HUSTON, EL VIEJO LEÓN:
"Admiro al individuo que tiene un código y lo cumple, que se aferra rigurosamente a su propia moral".
Entrevista de Waldemar Verdugo Fuentes. 
Publicada en papel vegetal en revista VOGUE.
(Fotos: Patricia Alizau: staff-Vogue)















Primer encuentro: El botín al final de un largo viaje.

John Huston viste todo de blanco, es alto y fuerte: tiene 74 años, y él mismo maniobra con precisión el timón de la pequeña embarcación: vamos por aguas del Pacífico mexicano desde Puerto Vallarta hacia su hogar, que está en una especie de isla, unos treinta minutos mar adentro. Huston ha venido por nosotros muy temprano al hotel en Vallarta, para trasladarnos en su jeep unas quince millas hacia el sur, hasta la aldea de pescadores de Boca Tomatlán, donde la carretera se aleja del mar y entra en las montañas, aquí hemos embarcado en su lanchón. Junto a un amigo que le acompaña y Patricia Alizau, fotógrafo del staff de VOGUE, formamos todo el grupo. Ahora debo decir, para ubicar al lector, que el sistema para hacer las entrevistas cada mes, específicamente en la revista VOGUE, donde he trabajado normalmente, en verdad, se adecúa a la disponibilidad de tiempo del entrevistado, primero, y segundo, al reportero que se designe. Lo más común, cuando no es uno mismo quien propone la entrevista, es que se nos avise poco tiempo antes que debemos hacer tal o cuál trabajo, sin embargo, para esta entrevista con Huston, fui designado con mucha anticipación, lo que me dio realmente tiempo para prepararme: he visto casi todo su cine, muchas de las películas en que intervino como actor o director o porque el guión le pertenecía; antes pude leer noticias de su vida de toda índole; pedí opiniones a gentes que le conocían; entonces, algo sabía de su generación y de la leyenda que él mismo encarna en la historia del séptimo arte...sin embargo, me plantié que conversaría con él como lo haría un simple espectador de cine, que no ha buscado en la pantalla grande más que entretención, sin el menor deseo de cuestionarlo en ningún aspecto; esta sola intención me preparó para enfrentarlo, no sin alguna aprehensión, que acaba cuando le soy presentado: desde el primer instante Huston trata a los demás como si uno fuera amigo de toda su vida, se comporta conmigo con la misma naturalidad que si nos conociéramos de siempre; es magnánimo, de lo más amable, es como un viejo león que no necesita probarle nada a nadie, ya en paz consigo mismo. Siento que mi intención fue la precisa, porque, en verdad, debo decirlo, ha sido mi encuentro con Huston de lo más fácil que se pueda imaginar: es la clase de personas con la que uno podría hablar siempre más de lo que se habló. El mismo comienza narrando por qué elijió este sitio para vivir, aparentemente, tan alejado del mundo:
- El mundo siempre me ha encantado, pero después de llegar a cierta edad, decidí seguir un viejo consejo irlandés sobre intentar vivir cerca del mar, porque hace que las viejas heridas dejen de doler. El mar reanima el espíritu, hace más rápidas las pasiones de la mente y el cuerpo y, pese a lo fugaz de todo, uno aquí vive empapado de cierta tranquilidad en el alma. Vivo en las Caletas gozando de la grandiosidad de lo creado.
- ¿Es posible llegar aquí por tierra?
- No hay camino, y por los senderos que hay en la selva, es necesario atravesar media hora de obstáculos para llegar al sitio poblado más cercano; éste es un lugar frente al mar y de espaldas a la selva, por esta razón se le ve como una isla. Está dentro de las fronteras de Bahía de Banderas. La golpean los huracanes hacia el norte y el sur. Han causado enormes destrucciones los huracanes en Mazatlán y Manzanillo, pero las montañas de alrededor desvían las fuertes tormentas de las Caletas. Sí llegan las olas enormes pero nunca los grandes vientos. Aquí he rentado uno y medio acres a la comunidad de los indios chacalas. Mi hogar es un refugio más que casa formal, ya que, a excepción de los almacenes, a nada rodea un muro; el paredón ocasional no tiene más función que la privacía. Contra el viento y las inclemencias estamos protegidos por tela de vela, como puedes ver.
El lugar hechiza: es un pequeño pedazo de tierra verde y exótica en medio de las aguas. El entorno está cubierto con un sutil velo de reminiscencias mexicanas, aquí y allá veo enormes cántaros que recolectan agua de lluvia, máscaras, alfarería, telares multicolores. Nos recibe Maricela, la joven esposa mexicana de Huston, y su pequeña hijita que, de inmediato corre junto a él. Con algunos empleados conforman todos los habitantes de la isla. Le pregunto cómo transcurre aquí su tiempo:
- Maricela es quien dirije todo, incluyéndome a mi. No existiría Las Caletas sin ella. La vida aquí se vive al aire libre. En la noche, criaturas salvajes bajan a inspeccionar los cambios que hemos hecho en sus dominios: coatís, zarigüeyas, ciervos, jabalíes, ocelotes, boas, aún hay algunos jaguares porque nos hemos encontrado sus huellas en las mañanas y hemos topado alguno ocasionalmente. Bandadas de pericos frenéticos llegan volando con la primera luz del día y llenan de voces los amaneceres. Ya con el sol la jungla se tranquiliza y comienza a hablar el mar: los pelícanos por encima de las olas, las gaviotas y otros pájaros marinos se lanzan a la bahía que está llena de sardinas y muchos otros peces. Hay una manta-raya que regularmente nos da un espectáculo a unas cincuenta yardas de la costa, siempre salta dos veces, la primera para llamar nuestra atención, después se lanza a tal altura del agua que es posible ver las pecas en su panza blanca...
- ¿Ha encontrado su Moby Dick?
- ¡Oh, sí! -responde de inmediato, y sonríe-. Ballenas grises jorobadas plagan las aguas frente a la costa, éste es el punto más al sur en que han estado por lo que llevamos un registro de sus apariciones. Aquí los inviernos son sumamente claros, casi no llueve durante nueve meses. En primavera los verdes de la selva se han convertido en tonos olivo; a fines de julio comienzan a reunirse las nubes, se hacen espesas y bajan hasta llegar a la mitad de las montañas; entonces la atmósfera se hace más y más pesada y en un instante se abren los cielos y caen lluvias torrenciales. Inmediatamente hay explosiones de color en toda la selva. En la noche vas a ver una exhibición eléctrica en el mar, vas a ver iluminado el horizonte como si hubiera un gran duelo de artillería entre dos mundos.
El día se ha ido en un instante, hemos estado horas conversando sentados por allí en una roca, en la playa, siguiendo la ruta de un animalito hasta la entrada a la selva; la presencia de Huston se impone de inmediato, aún con sólo sus ojos avizores, también suele ser imprevisto: al atardecer, Patricia había montado su set en un rincón de la enorme sala, cuando se apareció Huston trayendo al cuello una enorme boa que tenía domesticada y vivía libre: así pidió ser fotografiado. Luego de mucho tiempo el reptil enorme se deslizó de su cuello y se perdió por el patio, hacia la selva, su reino natural; ya de noche, en verdad, estalló el cielo: son colores de los más vivos que existen en constante transmutación, rayando nuestro espacio inmediato las luciérnagas que no dejan jamás de jugar. Huston es aquí feliz:
- No tengo la menor idea de cómo llegué a este momento de mi vida -nos dice-, pero me hace feliz haber llegado precisamente aquí. He perdido la huella de mis años. He vivido muchas vidas y me inclino a tener envidia al hombre que vive una sola vida, con una mujer, un trabajo, un país...bajo un solo Dios; quizás esa no sea una existencia emocionante, pero al menos cuando llega a mi edad sabe cómo ha llegado. Yo no sé. Solo cuento los nombres de aquellos que se han ido y de aquellos que aún están: los cuento como un pirata cuenta su botín al final de un largo viaje.
- En todo caso, usted irradia gran fortaleza.
- ¿Te parece?. Creo que sí soy fuerte aún. Mi vida ha estado muy bien; ha estado compuesta de episodios azarosos, tangenciales, disparatados...cinco esposas, muchas relaciones, algunas más memorables que unos matrimonios, la cacería, las apuestas, los "purasangre", pintar, coleccionar, boxear, escribir, dirijir, actuar.
- ¿Existe alguna continuidad en su trabajo?
- No veo ninguna, no hay relación entre un film y el siguiente.
- Precisamente se ha dicho que la notabilidad de su cine es la diferencia entre una y otra cinta.
- Es posible, entonces, que así sea. Por lo demás tampoco puedo encontrar un hilo conductor entre mis matrimonios: ninguna de mis esposas ha sido ni remotamente parecida a alguna de las otras, y seguramente ninguna fue como mi madre; fueron una bella mezcla que para mi se resume en Maricela. Mi vida ha sido una bella conjunción que finalmente me trajo junto al mar.

"LA NOCHE DE LA IGUANA"

- Puerto Vallarta, especialmente, está, además, unida a su quehacer fílmico...
- Esta zona está unida a mi vida entera. La primera vez que vine, hace treinta años, era una aldea de pescadores con unos dos mil habitantes. No había más que una carretera por la que no se podía pasar de ninguna manera en tiempo de lluvias. Venía en mi avión pequeño y teníamos que espantar a las vacas del lugar de aterrizaje. Había un solo taxi y un hotel: "El Paraíso", que atendía a marinos y gentes de paso. Nunca dejé de volver.
- De hecho la primera vez que se escucha hablar del lugar fue cuando usted filma en la playa de Mismaloya "La noche de la iguana"...
- Así es. A partir de ese film hay más turistas que iguanas. "La noche de la iguana" es la historia del reverendo Lawrence Shannon, un clérigo episcopal recluido en su iglesia debido a un escándalo en que estaba involucrada una jovencita, que al fin le obliga a dejar su trabajo religioso, y lo reduce a servir de guía a un grupo de maestros de escuela en un viaje barato a México.
- ¿Por qué se incluye esta cinta en el cine-negro?
- Quizás se ha dicho que pertenece al cine-negro porque se trata de la historia de un hombre deshecho que está al borde de la desesperación. Aunque uno nunca hace un film pensando en que pueda ser clasificado de alguna manera específica.
- ¿Cómo nació la idea de filmarla en Vallarta?
- Cuando mi amigo Ray Stark me dijo que quería que hiciéramos una cinta basada en un texto de Tennessee Williams acepté con mucho gusto, primero por la amistad que nos une, y luego porque Ray tenía esa clase de intelecto que siempre está alerta y que me da plena confianza venga de quien sea.
- El reparto de “La Noche de la Iguana” fue excepcional.
- De lo mejor en esa época -nos dice Huston-, en su estilo de acuerdo a lo que necesitábamos. Estuvimos de acuerdo en que Richard Burton podría desempeñar idealmente el papel del reverendo Shannon, y que Deborah Kerr sería Hannah Jelkes, la pintora viajera del grupo. Ava Gardner representaría a Maxine, la encargada del hotel. En Suiza conversamos con Burton, y a Deborah la ubicamos en Londres, ambos aceptaron el papel sin inconvenientes. Luego volamos a Madrid, donde se encontraba Ava Gardner. Yo la conocía desde antes y alguna vez intenté conquistarla sin éxito, por lo que dejé la misión a Ray. Luego de cuatro días acompañándola por la vida nocturna española, logramos convencerla. El elenco lo compondrían además Sue Lyon y Cyril Delevantí, un viejo actor de Hollywood que haría el abuelo de Deborah, un anciano poeta que interpretó maravillosamente.
- ¿Vio a Tennessee Williams?
- ¡Oh, sí! Vino una vez y luego fuimos a Key West a visitarlo en su cabaña, pero nos quedamos en un hotel porque sólo se trataba de hablar con él acerca de unos cambios en la adaptación de su obra para el cine. Además porque en esa época Tennessee mantenía un mènage con un hombre ya mayor con el que había estado viviendo durante muchos años, y que ahora estaba enfermo, y con un joven que se llamaba Freddy, de quien él estaba muy enamorado; además tenía cinco poodles negros...así es que decidimos quedarnos francamente en un hotel. Tennessee se preocupó de ser un anfitrión amable, y aunque de ninguna manera era una actividad regular para él, nos llevó de pesca. Su joven amigo Freddy, entonces, trató de nadar alrededor de la lancha pero entró en pánico y comenzó a gritar para que lo sacáramos. Cuando lo subieron a bordo, Tennessee le dio respiración artificial largo tiempo, mientras el capitán miraba la escena incrédulo; nos divirtió mucho estar con Tennessee. Sus textos son excepcionales; "La noche de la iguana" me pareció así al menos: excepcional, y acepté hacerla de inmediato.
- ¿Cómo se enteró usted de Puerto Vallarta?
- En Los Angeles había conocido a un arquitecto y empresario mexicano, Guillermo Wulff, a quien le comenté que andaba buscando locaciones para el film y él me convenció de ver Mismaloya, que estaba a unos cuantos kilómetros en lancha desde el único puerto en Vallarta, la Playa de los Muertos; y aunque me informó que era tierra de los indígenas, también dijo que era posible rentarla. Vinimos y era ideal. La selva siempre creciendo hacia el mar, la claridad, todo me pareció apropiado en Mismaloya, me pareció perfecta la playa para la filmación. Podíamos trabajar y vivir allí durante el transcurso del rodaje.
- ¿Había luz eléctrica?
- No había nada. Lo solucionamos trayendo una planta generadora. Hicimos incipientes construcciones, el sitio para vivir, una cocina, trajimos tanques y bombas para solucionar el problema del agua y tener un abastecimiento adecuado, un restaurante, un bar, abrimos los caminos y senderos que se necesitaban...
- ¿Cuántos sets ocupó?
- Uno solo: un viejo hotel.
- ¿Los actores vivieron en la locación?
- Casi todos. Y tuvimos una buena oportunidad de compartir experiencias sobre nuestro trabajo en el cine, con más libertad. Richard Burton vino acompañado por Elizabeth Taylor; compraron una casa que ahora es de Liz. Ella suele venir y es muy bella.
- ¿Talentosa?
- Muy talentosa, si es que pudiéramos medir el talento. Ella ha trabajado desde niña, y tiene mucha fuerza cuando la dejan actuar como es ella misma. Tiene una cinta poco comercial, "Identikit", muy buena. La he visto haciendo "Virginia Woolf" con Burton y está insuperable.
- Ella filmó con usted "Reflection in a golden eye" ("Reflejo en un ojo dorado", 1968)...
- ¡Oh, sí!, Liz y Brando. En "Reflection" tratamos un tema fascinante porque es un libro fascinante acerca de las relaciones humanas, es una historia de almas distorsionadas, reprimidas sexualmente. Un tema inagotable, que aquí se presenta al mundo con una imagen aparentemente ordenada, a primera vista muy equilibrada, los personajes parecen gente común, del diario, y luego cuando una capa es removida se comienza a ver el mar agitado que existe bajo la superficie; es un film que trata acerca de las relaciones que se dan entre personas que están enfermas, mentalmente enfermas...
- Muchos de sus personajes...
-...agregaré algo más en relación a este film: el libro en que se basa el guión de "Reflection...", escrito por Carson Mc Cullers, va a la cabeza de lo que es llamado "gótico sureño", que trata de aquellas novelas de ambiente sureño de las cuales Mc Cullers fue un pionero; es ese estilo tan particular que orilla el horror tratando temas acerca de mentes retorcidas en situaciones límite, tan bien tratadas por autores como William Faulkner, Flannery, O'Connor, todos encasillados en el gótico sureño. Tennessee Williams también pertenece a esta corriente de escritores que produjo el Sur de Estados Unidos, pero tú ibas a decir algo...
- Gracias, era justamente en relación a lo que plantea, porque usted ha dicho que el personaje masculino central de "La noche de la iguana", el reverendo Shannon era un hombre deshecho, que obedecería a esta especie de almas perdidas propias, entonces, al gótico sureño; ¿a qué se debe que en sus propios personajes, los que usted mas ha tocado en su cine, obedecen a este patrón de seres atormentados que nunca logran lo que se proponen?
- Porque no necesariamente todos logran lo que se proponen. Lo que de ninguna manera significa que el no conseguir algo deba hacernos infelices, porque se puede ser perfectamente feliz en persecución de lo inconseguible. "La noche de la iguana", es cierto, es la historia de seres perdidos. Y Burton está excelente en su trabajo, y pienso que el reverendo Shannon que creó era exactamente como lo pensó Tennessee: un ser derrotado por las circunstancias.
- ¿Durante la filmación, Ava Gardner vivió en Mismaloya?
- No. Ella rentó una casa en Vallarta, y lo mismo hicieron Deborah y Sue; también compraron o rentaron lanchas rápidas para que las trajeran a locación diariamente.
- ¿Cómo recuerda la reacción de las gentes de la aldea?
- Se enteraron con rapidez y todos nos acompañaban; no entendían exactamente qué sucedía, pero se divertían muchísimo; ahora piensan del film como algo de su propiedad.
- Las relaciones entre los actores mismos se hizo histórica...
- ¡Oh sí! Batieron una especie de record. Burton estaba acompañado de Liz, que todos sabíamos casada con Eddie Fisher. Y Michael Wilding, su ex-esposo, llegó para manejar la publicidad de Burton. Peter Viertel, el esposo de Deborah, quien la acompañaba, alguna vez había tenido un affaire público con Ava Gardner, quien llegó con dos asistentes, dos gigolòs que la seguían siempre; dondequiera que ella iba, ellos estaban. Sue Lyon estaba celosamente custodiada por su novio y su madre. Hicimos muchas conjeturas sobre qué iba a pasar, a quién y en qué momento. Ante la expectación, compré cinco pistolas en miniatura, doradas, las que solemnemente regalé a Richard, Liz, Deborah, Ava y Sue: cada una llevaba cuatro balas de oro grabadas con los nombres de los otros cuatro actores.
- ¿A qué se debe la expectación que despertó la filmación de "La noche de la iguana"?
- No creo que otro de mis trabajos haya despertado tanto interés. Yo creo que todos esperaban el momento en que las pistolitas fuesen utilizadas. Nadie lo hizo, y todo transcurrió perfecto.
- ¿Cómo ve ahora el sitio que elijió de locación hace 30 años?
- Lo veo como una ciudad fantasma; sólo el viejo hotel sirve de habitación para el cuidador mexicano y su familia, lo demás son cascarones que quedaron del sueño de Wulff de construir en el sitio un complejo turístico lleno de puntos caros y esas cosas. Hoy es fantasmagórico. A veces viene algún turista, pero la mayor parte del tiempo el lugar está solo y callado...excepto el anciano ocasional que pasa entre Las Caletas y Puerto Vallarta; nadie más parece preocuparse del sitio. A ese viejo le gustaría verlo definitivamente destruido, sin siquiera los cascarones, que lo regresaran definitivamente a las iguanas. Por supuesto, ese viejo soy yo".

El primer trabajo de Huston como director de cine fue con su propio guión para "El halcón maltés", que adapta de una novela policial de Dashiell Hammet, convirtiendo en estrella a Humphrey Bogart y a él mismo abriéndole, literalmente, las puertas de Hollywood, aunque Huston residía en Los Angeles desde 1932, cuando volvió de Europa. Durante la Segunda guerra mundial dirijía una unidad fílmica del ejército norteamericano, donde alcanzó el grado de Mayor. Pero algunos de sus documentales tenían escenas tan crudas, que el ejército no permitió que fueran exhibidos hasta después del término del conflicto, como "Let There Be Light" ("Que se haga la luz", 1944, una fuerte crítica al tratamiento que da Estados Unidos a sus veteranos de guerra). En esa época participó activamente en política, oponiéndose públicamente a los planes del Congreso de su país, que pretendían investigar a la colonia hollywoodense por una aparente infiltración comunista. lE PREGUNTO: ¿Por qué terminó abandonando Hollywood?
- En cierto aspecto nunca he dejado de estar allí -nos responde-. De hecho, desde aquí muchas veces voy en la mañana y me he vuelto en la tarde. Pero si te refieres a dejar de vivir allá, dejé de hacerlo, pienso que luego de la Segunda guerra.
- En esa época usted participó activamente en política.
- ¿Qué otra cosa hubiera podido hacer?. Yo había realizado unos documentales y el ejército no permitió que fueran exhibidos. Así fueron muchas otras cosas censuradas.
- ¿Cómo se inició la "caza de brujas" en Hollywood?
- Ocurrió que la columnista Hedda Hooper, uno de los monstruos del periodismo local junto a Louella Parsons y Elsa Maxwell, consideró que su país la necesitaba para misiones más dignas, y emprendió una campaña para movilizar a las madres contra el comunismo, diciéndoles que les iban a quitar a sus hijos y otras cosas, sembrando confusión y terror, asegurando que USA estaba muy próxima a ser invadida por los rusos. Hedda atemorizaba a las buenas familias para convencerlas que boicotearan las cintas y actores que calificaba de comunistas, y lo increíble es que hubo quienes la apoyaron.
- Pero usted expresó públicamente su protesta contra la campaña reaccionaria...
- ¡Oh, sí!. Junto a Gene Kelly, Lauren Bacall, Dany Kaye, Bogart...Estaba detrás de todo un senador: Joe McCarthy y sus amigos. Hasta hicieron pública una lista de directores y escritores a quienes se les prohibió trabajar. Sucedieron, entonces, cosas memorables. Recuerdo a Dalton Trumbo, que estaba entre los vetados, cuyo trabajo de escritor era tan insustituible que se le permitió seguir trabajando en Hollywood, secretamente, debiendo firmar sus guiones con seudónimo; se descubrió todo cuando le dieron un Oscar a uno de sus argumentos, y la Academia debió confesar que el genio era un señor que debía ocultar su nombre por estar acusado, políticamente, de no aceptar el régimen vigente.
- ¿Cómo afectó a Hollywood esta época?
- Nos tomó a todos de sorpresa. Yo diría que a partir de entonces ya no volvió a tener ese aire de inocencia política que había tenido desde sus inicios. La atmósfera se hizo densa. En 1952, pleno McCarthysmo, yo decidí irme a Irlanda. Ya no podía trabajar en mi país.
- Sin embargo, antes hizo algo inmenso en favor de la historia del cine: ayudó a surgir a Marilyn Monroe.
- ¡Oh, no!. Ella lo hubiera logrado de cualquier forma. Solo fue que le di su primer estelar. Pero muchas personas la ayudamos porque era inevitable que despertara cierta desprotección, era una chica que despertaba gran ternura. Además, ahora pienso, todos quizás intuíamos que era, en verdad, una estrella".

EL "INVENTOR" DE MARILYN MONROE.

Derecha: Marilyn Monroe rodeada por John Huston, Clark Gable, Montgomery Clift, Ray Stark, Arthur Miller... durante la filmación de "Los Inadaptados", la última cinta de M.M. dirigida por John Huston.

- ¿Cuándo conoció usted a Marilyn Monroe?
- Fue mientras filmaba "We where strangers" ("Somos desconocidos", 1949) en la Columbia. Ella solía venir al set y observar detenidamente la filmación, sin importunar en absoluto.
- ¿Cómo era Marilyn?
- Era una chica muy tímida; hablaba bajito, casi en un murmullo, pero con tal gracia que era imposible no prestarle atención. Era muy bella, sin dudas, joven y atractiva, pero había miles como ella en Hollywood; sin embargo, era diferente a todas.
- ¿Qué se decía de Marilyn entonces?
- Se hablaba de que la Columbia le iba a hacer una prueba, aunque dichos rumores conducían generalmente al sofá y no al estudio. Sospeché que alguien de arriba tenía interés en ella.
- ¿Llamó Marilyn de inmediato su atención?
- No precisamente. Poco a poco, mientras filmábamos, se me fue haciendo habitual la presencia de Marilyn observando muy atenta. Me atrajo, por supuesto, y quise ayudarla entonces.
- ¿Le habló?
- ¡Oh, sí!. Le expresé mi disposición de hacerle yo mismo la prueba que los estudios le habían prometido; le dije que le podría hacer una prueba a color teniendo como compañero de actuación a John Garfield, que estaba en el reparto de We were... esta prueba era costosa, pero pienso que todos intuíamos que era algo más que una actriz.
- ¿Qué le respondió ella?
- Ella abrió inmensamente sus ojos y susurró algo que no entendí, y luego de inmediato salió muy feliz. Luego, simplemente desapareció y me olvidé de ella. No la vi hasta uno o dos años cuando hicimos nuestro primer trabajo.
- "The Asphalt jungle" ("La selva de cemento", 1950), que inicia la filmografía de Marilyn.
- Es su primer papel estelar, es cierto.
- ¿Cómo llegó usted a contratarla?
- Cuando estábamos haciendo las pruebas para el reparto, me llamó Johny Hyde, de la Agencia William Morris, diciéndome que tenía a la chica perfecta para la parte de Angela. Arthur Hornblow, el productor del film estaba conmigo cuando Johny la trajo: la reconocí como la chica que había intentado salvar del sofá y, justamente, la escena que debía leer requería que su personaje estuviera tendido en un diván, y no había ninguno en mi oficina, pero Marilyn dijo: "Quisiera hacer la escena en el piso". Y así lo hizo: se quitó los zapatos sacudiendo los pies, se tendió en el piso y leyó para nosotros. Era perfecta. Era extraordinariamente buena. Pidió repetir la escena, y lo hizo. Luego le dije que desde la primera prueba ya era suyo el papel.
- ¿Tenía ella, entonces, preparación como actriz?
- Ella nació actriz, y se preparó además. Tenía una maestra de actuación, una rusa llamada Natasha Lytess que la acompañó durante toda la filmación. Se aparecía con ella en el set sin dejar de observarla mientras actuaba. Después de cada toma, Marilyn solía mirarla buscando su aprobación: cuando ella le respondía con un gesto afirmativo, entonces Marilyn quedaba anquila. Yo aprobé todas sus ideas, y estuvo realmente bien.
Le pregunto a Huston qué clase de actriz le pareció él que era Marilyn Monroe, y responde:
- Yo diría que esencialmente instintiva.
- La prensa ¿cómo trató a Marilyn en sus comienzos?
- Muy bien para la época. Te decía que era un tiempo difícil; Marilyn venía de hacer treinta segundos en un film de los Hermanos Marx, que a la columnista Louella Parsons habían bastado para intuir quién llegaría a ser la chica, porque llegaba regularmente al set para entrevistarla sobre su nuevo trabajo. Louella trabajaba para los medios de Hearst, y por ella el mundo se fue enterando de que la chica del calendario se había criado en orfelinatos y esas cosas...Marilyn había estado bajo contrato con la Fox, pero no la utilizaron. Luego que vieron "Asphalt..." la volvieron a contratar rápidamente: esos fueron sus inicios.
- Marilyn también hizo con usted su última cinta completa, "The misfits" ("Los inadaptados", 1960), ¿cómo son los recuerdos suyos de aquél tiempo?
- Son especialmente melancólicos. "The misfits" es una historia de furias contenidas. Yo estaba en Irlanda cuando recibí una llamada de Frank Taylor, quien tenía interés en producir la cinta en que Marilyn tenía un papel porque el guión era de su esposo Arthur Miller. Yo acepté y me envió el guión.
- ¿Qué le pareció?
- Excelente.
- ¿Usted conocía a Miller?
- No. Pero admiraba su obra. Los llamé después y les dije que sería grato trabajar juntos. Marilyn se mostró eufórica al teléfono.
- ¿Cómo se inició el trabajo?
- Primero hicimos unas pruebas de vestuario con Marilyn en Nueva York. Luego, volamos a Nevada con Frank y construimos los sets. Marilyn llegó con Miller.
- ¿Cómo estaba la relación de ellos entonces?
- Deteriorada. Lo presentí de inmediato.
- Marilyn ya era famosa también por su impuntualidad.
- ¡Oh, sí!. Su impuntualidad era algo casi implícito en el contrato, por lo que antes de empezar la filmación ordené que el llamado diario se cambiara de las nueve de la mañana a una hora después, esperando que ésto hiciera las cosas más fáciles para ella, pero no fue así.
- ¿Qué decía Clark Gable por las esperas?
- Nada, no decía nada. Gable solía llegar a trabajar puntualmente, conduciendo su pequeño carro deportivo, ensayaba sus lineas con su asistente y enseguida abría un libro preparándose para la espera. Nunca pronunció una queja, y aparentemente no le importaba la hora en que Marilyn apareciera.
- ¿Ella en algo había cambiado, en relación a como usted la había conocido antes?
- ¡Oh, sí!. Era otra persona. Yo estaba impresionado con su proceder, y por su apariencia: Marilyn parecía estar en sueños la mitad del tiempo. Su temor era que si no dormía lo suficiente no luciría bien al día siguiente, de modo que tomaba pastillas para dormir y pastillas para reanimarse en la mañana.
- En tanto, ¿qué hacía Miller?
- La presencia de Miller durante todo el rodaje, su comportamiento, alejaba cualquier otra cosa que no fuera perplejidad por lo que sucedía. Pero, no era porque no quisiera ayudarla. Luego lo comprendí, porque, al ver la situación de Marilyn le dirijí un sermón a Miller, sin saber que él había hecho todo lo que estaba a su alcance, y había perdido todas las esperanzas. El escribió el guión para ayudarla, porque, como todos, presentíamos que algo horrible iba a ocurrirle.
- ¿Cómo lo expresaba ella en su comportamiento?
- Se presentaba cada día más tarde a locación, algunas veces sólo lográbamos trabajar un par de horas, y como ella estaba en la mayoría de las escenas, teníamos que esperarla para filmar. Se fue cada día sumergiendo más en su mundo hasta que se derrumbó completamente, por lo que la llevamos al hospital de Los Angeles, donde estuvo dos semanas.
- Se dice que "The misfits" es la cinta más costosa en blanco y negro que existe.
- Por lo menos, en lo que a mi respecta, jamás hice una cinta en blanco y negro más costosa. La filmación se detuvo inmediatamente que dejamos a Marilyn en el hospital de Los Angeles; fue un caos en el presupuesto porque debíamos igual pagar a todos cada día de trabajo perdido, la mantención de los sets, los arriendos, los caballos y sus entrenadores...
- Cuando ella se reanimó, ¿cómo reaccionó en el hospital?
- Muy bien. Marilyn quería vivir, nunca tuve dudas al respecto. Estuvimos acompañándola siempre en el hospital, con Gable y Montgomery Clift, y la apoyamos y ella se recuperó tan rápidamente que cobré esperanzas, porque yo sabía que sin Marilyn, "The Misfits" nunca la terminaríamos.
- ¿En qué actitud salió ella del hospital?
- Alerta. Ella salió brillante. Y se sentía culpable por su conducta durante la filmación. Me preguntó si podría perdonarla, la tranquilicé y volvió a aparecer la Marilyn que yo había conocido en sus inicios. Volvió a ser ella misma.
- ¿Cómo era "ella misma"?
- Maravillosamente eficaz. A pesar de todo, había en ella una frescura que venía de más allá: siempre estaba allí. Es lo que se ve en la pantalla. No estaba actuando, no estaba fingiendo una emoción: era real.
- ¿Usted cree que influyó también en el comportamiento de Marilyn su evolución propia de actriz?
- ¡Oh, sí! Era una actriz que llegó muy adentro en su interior, tan adentro que quizás ahí mismo se perdió: quién sabe si había llegado tan lejos en sí misma que ya no supo cómo regresar. Su ritmo de actuación era perfecto cuando lo traía al nivel consciente, cuando lo proyectaba: quizás si en eso consista nada más la actuación.
¿A qué atribuye John Huston el que, en su época, a Marilyn Monroe se la catalogara sólo como símbolo sexual? Dice él:
- La empaparon de erotismo para vender más. Es cierto que su fuerza erótica permanece en la pantalla, logra captarla la fotografía, pero la cámara consigue captar más de ella, mucho más. En Europa fue apreciada como actriz mucho antes de que en Estados Unidos se la aceptara como algo más que un símbolo sexual. Ella, yo creo, era más que nada una comediante.
- Se ha dicho que en una escena que filmó para "The Misfits" dejaba un pecho al descubierto, y pidió que saliera tal y cual se había rodado. ¿Se suprimió esa escena del montaje final?
- Tú podrás comprender que una escena con el pecho desnudo de Marilyn Monroe, yo, jamás, nunca la hubiera suprimido de una de mis películas. Ella se desnudó en sus comienzos por necesidad; amaba su cuerpo como cualquiera, pero al final odiaba desnudarse. Desde sus comienzos, además, había pasado ya un buen tiempo, y dudosamente ella hubiera aceptado tomas desnuda. Entonces, jamás existió esa escena que ya he visto mencionada por allí. No, que yo sepa, y como era yo quien dirijía la cámara, espero se me crea...
- ¿Cómo se reinició la filmación, luego de las dos semanas que ella estuvo en el hospital de Los Angeles?
- Cuando logramos traerla nuevamente a Reno, en el aeropuerto, calurosamente, la recibieron muchas personas. Le fletamos un vuelo especial para ella, y antes de desembarcar dedicó un tiempo para dejarse fotografiar y hablar con la prensa.
- En esa ocasión fue que le preguntaron qué usaba ella por la noche, cuando iba a la cama, y respondió: "Channel número cinco".
- ¡Oh, sí!. Lo recuerdo bien. Fue muy ocurrente. Yo creí que todo sería diferente, pero en unos cuantos días nos dimos cuenta de que estábamos muy equivocados. Marilyn volvió a sus antiguos hábitos, hizo que Arthur Miller se mudara a un hotel y ya no volvió a dirijirle la palabra. Un domingo le hice una visita en su suite para formarme una idea de lo que podría esperar en los días siguientes: me saludó con gran euforia y luego entró como en una especie de letargo. Nunca pensé que estaba tan mal; el episodio del hospital lo atribuí a una sobredosis casual, pero ahora la veía realmente perdida, su cabello enmarañado, desaseada, con una camisa de noche no más limpia. Se veía completamente desamparada. Yo la abracé y fue todo muy conmovedor...
- Sin embargo, logró hacer la cinta hasta el final.
- La hicimos en su totalidad, pero fue una dolorosa experiencia para todos, incluyendo, por supuesto, a Marilyn. Ella comenzó otra cinta de la que fue despedida y luego vino su muerte.
- ¿Usted piensa que fue accidental?
- Había recibido tratamientos de urgencia varias veces, y con frascos de barbitúricos a su alcance y nadie que estuviera allí para salvarla... Yo creo que fue un accidente; porque me niego a creer que ella hubiera querido quitarse la vida. Ella era parte de la vida, era una glorificadora, justamente, de la vida".
(c) Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en VOGUE-México 1981.
Derecha: John Huston y Marilyn Monroe.
ARCHIVO VOGUE.
DEL AUTOR

LUEGO DE MARILYN MONROE.

ENTREVISTA CON JOHN HUSTON
(El Botin al Final de un Largo Viaje / 2)
Por Waldemar Verdugo.
Publicado en VOGUE-México.



Izquierda: Marilyn Monroe y John Huston.

Le preguntamos a John Huston, en su casa de Puerto Vallarta, luego de su melancólico recuerdo de Marilyn Monroe, cúal era la relación de ella con otros artistas, por ejemplo, con Montgomery Clift, y él responde de inmediato:
- Eran extraordinarios juntos; especialmente en una escena muy larga detrás de una taberna, frente a un montón de latas de cerveza y carros convertidos en chatarra; era una escena de amor que no era una escena de amor, con un diálogo excelente, y estuvieron magníficos.
- Usted ha dicho que Montgomery Clift y Marilyn eran almas perdidas.
- Así lo creo aún. Como Marilyn, "Monty" tampoco sabía que estaba enfermo y se comportaba en forma desastrosa. Gable tenía un problema en la espalda y, en una escena que transcurría en un rodeo, ambos entraban abriéndose paso entre la multitud, y "Monty" lo hacía propinándole golpes en la espalda por puro gusto. Gable le pedía que no lo hiciera, pero él insistía, hasta que, finalmente furioso, se volvió y le dijo: "Desgraciado, te voy a dar una paliza". Y "Monty" rompió a llorar.
- Uno de los cuentos que se han tejido alrededor de la cinta es que el ataque que acabó con Clark Gable, fue debido a un esfuerzo que hizo en alguna parte de la filmación.
- Eso no tiene fundamento alguno. Nació la historia debido a que en una escena Gable debía luchar con el semental capturado, y salir disparado por los aires: hay quienes creen que era él quien sufría el embate del animal, pero, por supuesto, era un extra: de ninguna manera iba a filmar él esa escena.
- Usted ha dicho que elige a sus actores por las aptitudes que tengan para el rol.
- Así es; Brando, Burton, Robert Mitchum, Bogart, Gregory Peck, Lancaster, Peter O'Toole, Albert Finney, Newman...son actores que han llenado más allá mis deseos imaginados para un film, y ninguno de ellos hubiera podido actuar la parte que actuó el otro, porque cada uno está en "su" papel.
- ¿Qué impresión le dejó Clark Gable?
- El se consideraba un actor, no una personalidad de la pantalla, y le agradaba recordar sus inicios como actor de teatro. Conocía muy bien su trabajo; dos o tres veces le insinué otra actitud para mejorar su personaje y él accedía de inmediato, pero cada una de esas veces lo hice volver a su actuación original, porque yo estaba equivocado. Cuando terminamos la cinta, él dijo que era la mejor que había hecho en su vida, y murió dos semanas después. Clark estaba perplejo por la conducta de Marilyn: parecía que ella le había revelado un mundo para él simplemente desconocido; no entendía lo que estaba sucediendo con ella, pero creía que era algo espantoso. El alcoholismo de "Monty" también nos tenía a todos impresionados. Debido a todo ésto, es que mis recuerdos de "The Misfits" son en su mayor parte melancólicos".
- Inmediatamente después usted filma "Freud", y vuelve a contratar a Montgomery Clift para el estelar.
- Así es. "Monty" era un gran actor, y yo creí que sólo él podría interpretar el rol de Freud. Cuando lo volví a ver se había desmejorado a un grado alarmante, el daño que le hacía el alcohol era visible; olvidaba las líneas, que jamás memorizó, y luego hablaba incoherencias. Se volvió obstinado y petulante en un intento de disimular su deterioro, pero estoy seguro que nunca se dio cuenta de lo que decía en sus diálogos, si bien era un actor suficiente como para hacer creer que sí lo sabía. Llegó un momento en que no recordaba una sola linea, y teníamos que escribirlas donde él pudiera leerlas, en las etiquetas de las botellas, en los marcos de las puertas, en los objetos diseminados por el set de manera que pudiera moverse en él, y llegar a un punto en que estuviesen las lineas visibles, para que allí leyese. Hubo días en que pensé estrangular a "Monty", pero luego me despertaba tanta piedad y simpatía que terminaba por abrazarlo y él siempre terminaba llorando, prometiendo dejar de beber. Era muy desgarrador verlo, a la vez, cómo hacía todo lo posible para estar a la altura del guión. Creo que llegó a la misma etapa de deterioro que Marilyn.
- Se dijo que su idea era, en verdad, tener nuevamente juntos a Clift y Marilyn.
- Así es. Yo propuse contratar a Marilyn nuevamente para que hiciera la parte de Cecilia en el film. Se lo comenté a Jean Paul Sartre, que haría el guión, y él me dijo que consideraba a Marilyn la mejor actriz que existía; así es que cuando escribió el guión, Sartre lo hizo pensando en Marilyn para el rol estelar femenino. Pero se opuso la misma hija de Freud, Ana, diciendo que no era la más adecuada. Así es que no pudimos contratarla. Más tarde, luego de haber visto el film terminado, Ana Freud me confió que había cometido un error.
- ¿Conoció a Sartre en su primer viaje a Francia?
- No. Lo conocí en un viaje posterior, creo que cuando filmábamos en París "Moulin Rouge". Cuando viví por primera vez en París yo era bohemio y pintaba a las orillas del Sena escuchando a Edith Piaf. El era comunista y antifreudiano.
- ¿Por qué Sartre estaba en desacuerdo con Freud?
- Consideraba los estudios de Freud valiosos por lo que habían aportado al conocimiento de la mente, pero de poco significado social. Su desacuerdo era más en un sentido social que científico.
- El que Sartre no estuviera de acuerdo con la obra de Freud, ¿no le hizo pensar que volvía incierto el objetivismo del guión?
- En un primer momento, así lo pensé, pero luego recapacité, y al final fue su desacuerdo la causa de que lo eligiera para escribirlo y no a otro. Porque consideré que Sartre conocía la obra de Freud íntimamente, y sabía tanto de psicología que su propia inteligencia le impediría hacer un guión que no respaldara un enfoque objetivo y lógico.
- ¿Cuál fue su propia meta al dirijir "Freud"?
- Pensé que tenía que lograr un film que despidiera olor a azufre: el descenso de Freud al inconsciente debía ser tan aterrador como el descenso de Dante al Infierno.
- ¿Cómo se inició su relación profesional con Sartre?
- Yo había dirijido su obra teatral "No Exit" en Nueva York, años antes, y habíamos conversado por teléfono para asuntos de derechos, nada más. No éramos particularmente amigos.
- ¿Accedió de inmediato a escribir para usted?
- ¡Oh, sí!. Y accedió a trabajar en mi casa de Irlanda. ¿Sabes que Sartre era lo menos petulante que pueda ser alguien?. Nunca le vi de mal humor, aunque, por supuesto, no andaba haciendo chistes todo el día, pero era divertido estar con él. Nunca conocí a alguien que trabajara con la tenacidad que trabajaba Sartre.
- Dicen que tomaba nota de sus propias palabras cuando hablaba.
- ¡Oh, sí!. Y hablaba como un torrente, sin dar oportunidad de ser interrumpido. Yo creo que nadie puede hablar de una conversación con él, porque era en la práctica imposible: se le podía sorprender desprevenido en algún momento y hacerle una pregunta, que respondía brevemente, si acaso respondía, que no era lo frecuente, para reanudar de inmediato su monólogo. Algunas veces, yo me desesperaba y salía de la sala de trabajo, con su voz siguiéndome en la distancia, y cuando regresaba, él ni siquiera había advertido mi ausencia. Era muy agotador.
- Su aspecto físico, ¿cómo era?
- Era feo a más no poder. Tenía la cara picada de viruelas, los dientes que le quedaban eran amarillos y usaba unos lentes de vidrios muy gruesos, porque sufría de estrabismo. Usaba un traje gris, zapatos negros, camisa blanca, corbata y chaleco. Estuvo dos semanas en casa y siempre vistió igual: nunca supe si tenía un solo traje gris o varios idénticos.
- ¿Cómo era el sistema de trabajo de Sartre?
- Comenzaba a escribir en la mañana muy temprano, y a la hora que yo bajaba, ya tenía unas veinticinco páginas terminadas. Escribía en francés y luego todo me era traducido por su secretaria: una chica árabe políglota. Era una escena aparte verlo trabajar: el mismo Sartre tomando notas, la chica árabe tomando notas, otra secretaria que teníamos haciendo volar las páginas de taquigrafía, haciendo intentos por escribir todo lo que Sartre hablaba, otro amigo y yo intentando no perdernos nada, tratando de llegar a sus ideas, agotados...
- Sin embargo, finalmente el guión de "Freud" no es el escrito por Sartre.
- Cuando recibí su primer borrador, eran más de trescientas páginas. Calculando una página por minuto, hubieran sido más de cinco horas de película. Hablamos de realizar varios cortes en el guión y él regresó a París para hacerlos. Algunos días después me envió su versión revisada. No me sorprendí al ver que era más larga aún que el borrador. Le había dicho que no se preocupara por la censura, ni por el lenguaje ni por el contenido de las escenas, y parece que entendió que había una libertad total y no vio ninguna razón por la que el film no pudiera durar ocho horas. Una vez Sartre escribió un prólogo para un libro de Jean Genet que resultó más largo que el libro mismo.
- ¿Qué reacción tuvo Sartre cuando se le rechazó el guión?
- No se lo rechazamos, porque nosotros se lo compramos y pagamos veinticinco mil dólares por él: lo que hicimos fue trabajar el guión, cortando, ajustando, sintetizando, lo que nos tomó unos seis meses, con Wolfgang Reinhardt y Charles Kaufman, trabajando diariamente. También recurrimos a la ayuda del médico David Stafford-Clark, un eminente siquiatra inglés, quien se unió a nuestro equipo en Irlanda.
- O sea que la espina dorsal del guión de Sartre constituía el nuevo guión...
- Así es; en algunas escenas su diálogo había quedado intacto. El libreto final quedó en alrededor de 190 páginas, lo que significó que el film duraría poco más de tres horas. Al final, ya realizada, aún los Estudios mismos editaron cuarenta minutos menos. Yo creo que la versión larga es mejor que la que se distribuyó. Los hijos no siempre son al final como uno los desea.
- Se dice también que esta película le causó roces con la Iglesia Católica.
- ¡Oh, sí!. Tuvimos que conseguir la aprobación de la Iglesia Católica de Nueva York antes de proceder a la filmación misma; aunque ellos no podían detener el trabajo, podían obligar a los feligreses a que no la vieran. Me reuní con dos sacerdotes y una mujer y discutimos largamente. Su oposición argumentaba que la posición de Freud no admitía la existencia del Bien y del Mal, diciendo que sólo un sacerdote tiene derecho a explorar dentro del alma humana; además la sola sugerencia de la existencia de una sexualidad infantil les resultaba repugnante. Por supuesto, no podía modificar el pensamiento de Freud para ajustarme a tales prejuicios sin destruir el film por completo, por lo que no fue fácil, pero llegamos a un entendimiento, el suficiente como para que Universal siguiera adelante con la producción".
- ¿Conoce algo del cine actual latinoamericano?
- No. No de los trabajos recientes. Por supuesto que conozco, y bastante, en general lo que se ha hecho hasta los sesentas, en que mi propio trabajo consume todo mi tiempo. Del cine europeo puedo decir lo mismo, creo que en esos años se cortan mis recuerdos.
- ¿Qué lee usted?
- De todo; por supuesto, guiones en un porcentaje mayor, sin dudas. De los escritores latinoamericanos, de los que yo he conocido, porque no todo está traducido y sólo leo en inglés, me interesan muchos los cuentos de Borges, y me parece que García Márquez ha significado un gran resurgimiento en la vitalidad literaria; pienso que "Cien años de soledad" es lo más importante que he leido en la última década; creo que "El otoño del Patriarca" quedaría muy bien en cine. También me agrada Manuel Puig. Conozco la poesía de Neruda, pero no soy especialmente afecto a leer poesía, no en verdad. A mí me conmueve la narración, eso sí que me conmueve. Hace muchos años conocí a María Luisa Bombal, en Los Angeles, donde ella llegó contratada por los Estudios; cuando nos presentaron me recordó de inmediato a Anita Loss, otra célebre escritora de Hollywood, aunque María Luisa era bastante más alta.
- ¿Trató usted a María Luisa Bombal en Hollywood?
- ¡Por supuesto!. Todos la tratamos. Tenía su oficina en el área de los escritores, en la Paramount, que para todos era una zona sagrada, especialmente para los directores, que cruzábamos hasta allá siempre sin saber con qué nos podíamos encontrar. María Luisa, que comenzaba a entrar en la madurez de su vida, y era muy inteligente, tenía especial éxito entre los escritores jóvenes que rondaban los estudios, intentando encontrar una plaza, los que sólo podían entrar al área si iban a visitar a alguien específico. Así es que ella siempre tenía su oficina con visitantes; podía escribir rodeada de gentes. Se le había encomendado revisar el idioma en varias cintas que se estaban traduciendo al español, cuando entró el uso que hasta ahora se mantiene, porque antes se hacía una versión de la película en inglés y luego otra en español, que fue lo usual en los inicios del sonido. ¿Sabes que ella corrijió la primera traducción que hicimos para filmar "The treasure of Sierra Madre", la novela de Bruno Traven?. Era muy amiga de Dolores del Río, que también era mi amiga.
- ¿Usted leyó "The House of Mist" ("La última niebla")?
- Por supuesto, si llegamos a trabajar juntos con María Luisa el script en Los Angeles, que iba a producir Paramount. Pero no llegamos a hacer el film. Eran tiempos nada de fáciles los de entonces en Hollywood. Se olía en el viento la proximidad de la "caza de brujas" que se avecinaba. Años después del fallido intento por hacer "The house of mist" en Hollywood, yo estuve dispuesto a filmarla en México. Me llamó Dolores del Río, que tenía los productores y me propuso dirijirla, con ella en el estelar; yo acepté de inmediato, primero, porque conocía la obra, y segundo, porque nunca había dirijido a Dolores. Sin embargo, al final, Paramount, que tenía los derechos, no quiso ceder el script. Nunca la han filmado. Hay muchos filmes que hubiera querido hacer. Hay incontables libros que hubiera querido llevar al cine. Hay muchas cosas que nunca trataré. Pero, en mi descargo, quiero decir que no siempre filmé lo que quería. Yo no soy un hombre de fortuna que puede producir su propio trabajo. Entonces, hay muchos aspectos que hubiera querido tocar en mi trabajo cinematográfico, pero aún no puedo hacerlo, y es probable que nunca lo haga.
- La historia de "The house of mist" ("La última niebla"), trata las debilidades de la naturaleza humana aflorada bajo una circunstancia agotadora, muy propio a sus personajes...
- A mí lo que me atrae son las personalidades que dicen algo con sus actos, que están en el juego de la vida sometidos a todas sus reglas, que las desafían o acatan, pero, entre tanto, están vivos. Sí, muchos de mis personajes son personalidades destrozadas interiormente.
- Cuyo destino es irremediablemente la derrota, o una victoria dudosa...
- Como es nuestra vida humana: irremediablemente estamos destinados a morir, sin remedio, al final, seremos derrotados, ¿no te parece bastante como para lamentarse?. Yo sé de antemano que jamás ganaré la partida, pero no significa que alguna vez haya dejado de entrar al juego.
- En verdad, ¿qué le resulta a usted admirable de lo vivo? - Yo sólo admiro al individuo que tiene un código y lo cumple, que se aferra rigurosamente a su propia moral. ¿No es bastante?
- Sí señor, gracias.
(c) Waldemar Verdugo Fuentes
(Derecha: John Huston, Maricela y Waldemar Verdugo,
Puerto Vallarta, México. Fotos de Patricia Alizau: staff-Vogue)

BAJO EL VOLCAN.

Segundo encuentro con John Huston.
Por Waldemar Verdugo.
(Fragmentos en UnoMasUno-México)

He visitado a Huston en Cuernavaca, en la misma casa en que el escritor Malcolm Lowry vivió sus últimos días, donde el director de cine tiene una de las locaciones de "Bajo el volcán", su última cinta. En un camino aledaño, franqueado por una quebrada verde, Albert Finney iba y venía memorizando sus parlamentos; en otro lugar de la estancia, al aire libre por el calor que estaba sofocante, protegida por una sombrilla y vestida informalmente, estaba Jacqueline Bisset, bellísima, sin dejar de reír por algo que le narraba Emilio Fernández. Nuestro amigo Emilio "el Indio" Fernández es un punto y aparte (cualidad que heredó su hija, la escritora Adela Fernández). A su profesionalismo une siempre una actitud de lo más cordial con quien sea: tiene siempre abierta su hermosa casa en Coyoacán para que sirva de marco a cuanta presentación le sea requerida por los artistas que no tienen para pagar una galería de arte o una sala de teatro. A su manera él siempre ha sido un mecenas. Así, había conversado con él otras veces en su casa, donde su hija Adela hace de excelente anfitriona. Ahora, el mismo Indio Fernández ha sido el nexo para saludar a Huston: se hicieron amigos en 1925, cuando éste visitó México por primera vez, donde acabará volviendo siempre. El Indio le enseñó las peleas de gallo, los toros, el mezcal, la tequila, las apuestas más descabelladas, el amor por los caballos y el arte precolombino; juntos se alistaron en el cuerpo de la caballería mexicana, logrando sobrevivir a pesar de la atracción mutua por practicar una variante local del juego de la "ruleta rusa". Fueron desmovilizados en 1927, manteniendo una sólida amistad hasta ahora.
Como es usual en todas las cintas que filma Huston, en las locaciones de "Bajo el volcán" hay completa libertad de acceso para la prensa, con la que siempre mantuvo excelente relación desde que fue defendido por todos los medios de su país, en 1951, época en que se le quiso impedir que rodara "La roja insignia del valor". Cuando Huston concede una entrevista, nunca nadie de su equipo lo interrumpe: él recibe individualmente y concede su tiempo sin enseñar el más mínimo apuro. Cuando una pregunta no le interesa, la responde con un monosílabo y él mismo cambia el tema. En todo caso, dudosamente se niega a conversar con quien lo desee conocer. Esta disposición, entonces, más la intervención del Indio, ha hecho posible que me reciba en uno de los espacios interiores de la casa; yo imagino que ni debe recordar que lo visité dos años antes en Puerto Vallarta, pero, recuerda perfectamente, me llama por mi nombre y su saludo es muy amistoso. Es verdad que Huston se desenvuelve normalmente con una majestad que a uno le rinde de inmediato, quizás si por eso le dicen también "el viejo león". A mi se me hace verdaderamente humilde, como son los grandes hombres. Le comento que la novela de Lowry es casi una visión apocalíptica de la vida. Y dice: - Lo es en muchos aspectos, y es lo que me interesó para filmarla. Conocí a Lowry aquí mismo, en Cuernavaca. Antes de que él terminara la novela, que reescribió varias veces, a partir de un relato corto en que el cónsul Geoffrey Firmin hacía un penoso viaje en autobús por carreteras mexicanas. Lowry demoró más de diez años en terminar su novela, y debió hacer unas tres o cuatro versiones, hasta llegar a la definitiva. El guión no ha sido fácil lograrlo, y se habían hecho otros intentos por la belleza del libro; personalmente, debo haber recibido unos cincuenta guiones antes de aceptar éste de Guy Gallo. Lo trabajamos juntos, durante meses, en Puerto Vallarta. Hacer este film es concretar una antigua aspiración que tenía desde que leí la novela, y quizás antes, desde que conocí a Lowry, que era un maestro. - ¿Es una cinta de alto presupuesto? - ¡Oh, no! Es una aventura. Mis condiciones son abiertamente marginales. Trabajo rodeado de amigos, que aceptan cobrar muy por debajo de sus honorarios habituales. El productor, Michael Fitzgerald, me trajo la idea de Guy Gallo, y de inmediato supe que era la manera precisa de filmar "Bajo el volcán". A Margarie Bonner, viuda de Lowry, el encargado de conseguir los derechos de la novela, Wieland Schulz-Keil, le ha pagado 350.000 dólares por ellos; el gobierno de México ha aportado un millón y medio de dólares, y la Fox y Universal han completado cuatro millones, que es una cifra modestísima y el total con que contamos.
- Otra película suya filmada acá en México, "El tesoro de Sierra Madre", se dice que es su primera obra maestra... - ¿Oh, sí?. No lo sabía -dice Huston, y nos pregunta-: ¿Quién lo dice? - Por ejemplo, la Academia en Hollywood, que le dio por ella dos premios Oscar, por la dirección y el guión... - Está bien. Y el actor Walter Huston, mi padre, también recibió un Oscar por su trabajo en el film. Más que por otra cosa, el haber trabajo en el film con mi padre es lo que hace de "The treasure..." una de mis cintas más queridas. Plantamos locación en las afueras de San José Purúa; luego nos adentramos en las montañas para filmar exteriores. No fue fácil encontrar el sitio más adecuado. Comenzamos trabajando en Tampico y las cosas fueron muy bien al principio, hasta que un día, cuando llegué a trabajar temprano en la mañana, esperando entrar directamente en el set y comenzar la filmación, me encontré a todo el equipo esperándome en la calle: supe que se nos impedía filmar a causa de un artículo publicado en el diario de Tampico, en que se decía que estábamos haciendo fotografías de la ciudad con el propósito de avergonzar a México. - ¿Se le ordenó que suspendiera la filmación? - Así fue. Pero de inmediato se me acercaron otros periodistas de la ciudad objetando de manera enérgica las razones, diciendo que, en verdad, era que el editor de ese diario estaba acostumbrado a que la gente que llegaba le hiciera una visita y le pagara una "mordida", como se dice acá tan graciosamente. Yo no lo sabía, por lo tanto no pagué el soborno y él escribió ese artículo. Un amigo de Gobernación, Miguel Covarrubias, me habló por teléfono y dijo: "John, sé que nada de eso es verdad, pero cuéntame sobre ello". Y le conté. Entonces él y Diego Rivera, gran amigo mío, fueron con el Presidente y le explicaron cuál era la situación, y ya no hubo más problemas. De México estoy agradecido. Es un país al que mi padre también amaba. - En "El tesoro de Sierra Madre" se dice la frase más famosa de un latino en USA: "Badges? We donït have to show you no stinking badge!" ("¿Credenciales?. ¡No tenemos que enseñarle ninguna apestosa credencial!"). Una frase famosa en su país. - Así es. La dice Alfonso Bedoya casi al final de la trama. Y se hizo común en el lenguaje de protesta de los universitarios norteamericanos. Aunque yo soy nacionalizado irlandés. También he visto una obra de teatro chicana con ese título a partir de la cinta. La he visto en camisetas y calcomanías, sí que es famosa. - ¿Qué le inspiró de la narración de Bruno Traven para filmarla? - Porque es una visión esencialmente optimista. Porque, si bien es la historia del fracaso de tres hombres buscadores de oro tras una veta, descubren que son capaces, a pesar de todo, pueden seguir siendo ellos mismos por encima de las dificultades. - ¿Es la interpretación de la carcajada final de Dobbs, el personaje que hace Humprey Bogart? - La risa en el desenlace es la liberación del instinto y la expresión de su mayor triunfo: han perdido el oro pero han conquistado su propia estima. Es optimista porque es probable que seguirán buscando oro, que, aunque no lo encuentren, la nueva aventura afianzará su dignidad. - Entonces, ¿podemos decir que "El tesoro de Sierra Madre" es la lucha de tres hombres por recuperar su identidad? - Así es.
Le comento que también parece ser "Bajo el volcán" una búsqueda de identidad del cónsul Geoffrey Firmin creado por Lowry, y dice:
- Así es. Pero la búsqueda del personaje de Lowry es un viaje interior, que fue lo que hacía de éste un guión muy difícil. Porque no se trata, en manera alguna, del drama de un alcohólico: es la heroica búsqueda de un individuo en tierra extraña y, sin embargo, sensible a lo nuevo que ve como si fuera algo conocido. A veces todos los lugares parecen ser uno mismo. Sin querer desestimar las claves propias de cada sitio, por supuesto. - De esta obra de Lowry, ¿qué le entusiasmó primero? - Creo que el tema. Es un tema maravilloso. Es la historia de un hombre en búsqueda de su verdad, enfrentado a un mundo que lo sitia, que pretende imponer reglas y costumbres que no lo hacen feliz. Es la historia de un hombre oprimido, pero que, en verdad, hace lo que quiere. Siendo cónsul está fuera de la ley. - ¿Cuál es su mirada al respecto? - Diré que es más ética que moralista, más vital que reflexiva. - La novela es algo esotérica, ¿le parece? - ¡Oh, sí! Yo también creo que es algo esotérica. Me pregunto si Dios, cuando terminó su creación, habrá tomado unas copas para celebrar...
(c) Waldemar Verdugo Fuentes.

Fragmentos Publicados en "UnoMasUno", Mexico.
Fotos: Patricia Alizau (Staff-Vogue)

Ultima Entrevista de John Huston.

EL VIEJO LEON.
Por Waldemar Verdugo.


PUBLICADA EN EL NÚMERO DE AGOSTO DE VOGUE, Y, A PARTIR DEL DÍA 11, POR ENTREGAS, EN EL PERIÓDICO "UNOMÁSUNO" DE LA CIUDAD DE MÉXICO. FORMALMENTE, SE CONSIDERA LA ÚLTIMA QUE CONCEDIÓ, DE ACUERDO A "CINERECORD", L.A. USA.. EL 6 DE AGOSTO HUSTON CELEBRÓ SU CUMPLEAÑOS NÚMERO 81 EN EL CHERLTON MEMORIAL HOSPITAL DE FALL RIVER, MASSACHUSETS. TRES SEMANAS DESPUÉS SE DEVOLVIÓ A LA DISTANCIA.

John Marcellus Huston nació el 5 de agosto de 1906 en una pequeña ciudad de Missouri que, según se cuenta, su abuelo había ganado en una partida de póker. Antes de los 25 años fue boxeador profesional en norteamérica, cantante en Londres, pintor callejero en París, equitador en Escocia y actor en Nueva York. Trabajó en el espectáculo por primera vez a los tres años, apoyado por su padre, el actor Walter Huston, que fue su primer maestro. También aprendió de Orson Welles y Joseph Losey, a quienes iguala en estilismo visual. Formado en la época clásica de Hollywood, llega a ser tan perfecto en su cine como Ford y tan popular como Hitchcock. Pero, en verdad, sólo es él mismo.

Huston ha hecho con extremo rigor su cine ("cada toma se debe realizar como si fuese la más importante del film. Durante mi vida no he encontrado nada que resulte más fascinante y produzca más alegría que rodar películas, y creo que después de tantos años he dado con la mejor manera de filmarlas"). Para él, ninguna de sus cintas es mejor que otra ("cuando uno está haciendo un film, ése es el más importante. A ninguno de mis films, mientras los estaba haciendo, le he dado más importancia que a otro, todos forman parte de mi obra"). Y piensa que siempre, al final, la calidad o mediocridad de un film dependen del director ("siempre la responsabilidad recaerá sobre el director, quien es el centro de todo, igual a un director de orquesta, allí están las partituras, los cantantes, los músicos, los ayudantes de escena, los técnicos y a pesar de ellos, la responsabilidad de lo que oye el público recae en el director, que si es bueno, la función será buena, o lo contrario; en el caso de un director de cine, uno tiene que ver también con la dirección de la construcción de los sets, encontrar las locaciones, diseñar cada escena, en fin, quiero decir que no es por accidente que los films sean el medio ideal en que se desenvuelven los directores"). Nunca ha hecho películas sentimentales ("tengo una marcada predilección contra el sentimentalismo. No me hace llorar el cine sentimental, emocionalmente no me conmueve, me deja indiferente"). Si le comentan que su obra es una de las más individualistas del cine, responde que cada artista es muy individualista en su arte. Respecto a la violencia en la pantalla, le preocupa que se utilice al cine para saciar apetitos enfermos ("hay un tipo de violencia, como la que se muestra en "The Godfather"("El padrino"), que está siendo representada en un contexto cierto, de verosimilitud, correcta en su forma de mostrarse; pero hay cierto tipo de violencia que se rueda sólo por el hecho de filmar violencia: se cae en un vicio. La violencia que se utiliza hoy comúnmente en algunos programas de televisión no tiene ninguna justificación; acabo de ver un programa en que muchas escenas mostraban gente sangrándose en cámara lenta: una escena que muestra un sufrimiento atenuado por la lentitud que se obliga a la cámara, obedece a un apetito enfermo en quien la hace, y por lo tanto, en el público que consume ese tipo de material fílmico"). Huston cree que muchos cineastas surgidos últimamente hacen pensar en un tiempo de madurez; considera, por ejemplo, que el cine para niños está en una etapa muy importante ("porque films como "Superman" están muy bien hechos. Ahora, en films éticamente importantes, creo que, por ejemplo, "Chariots of fire" ("Carros de fuego") y "Prince of the city" ("Príncipe de la ciudad"), son trabajos importantes, maduros e importantes"). Si le piden citar a un director, nombra a Akira Kurosawa, y si le piden que se refiera a Chaplin, dice que es único ("completamente individual, no hubo ni volveremos a ver a alguien como él; Chaplin fue un regalo del cielo"). Señalado en trece oportunidades para recibir el Premio Anual de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood, el Oscar, tres veces lo ha obtenido; el último "por el trabajo de una vida". Es un amante de la literatura y se enorgullece de saber llevar grandes obras a la pantalla sin desvirtuar lo que decía el escritor. De hecho, en su filmografía hay dos lineas bien definidas: en una se agrupan sus cintas comerciales (en que ha combinado perfectamente los intereses de los productores con su talento), y la otra agrupa sus adaptaciones de obras de la literatura mundial, de donde ha tomado la distancia para ver con ironía al mundo. En USA se dice que sus retratos de extranjeros no tienen igual. Y se le ubica como el cineasta por excelencia de lo que Gertrude Stein bautizó como la Generación Perdida. Su guión para "The killers" ("Los asesinos", 1946) fue el único film de Hemingway que le gustó a Hemingway. Huston moldea, si se puede decir así, la materia literaria para convertirla en materia cinematográfica. Ha colaborado con Truman Capote, Tennessee Williams, William Age, Ray Bradbury, Christopher Fry, Ian Fleming, Romain Gary, Stephen Crane...y ha adaptado para el cine varios clásicos: "Moby Dick" de Herman Melville; "El hombre que sería rey", de Rudyard Kipling...ahora lo encontramos filmando uno de los cuentos que componen "Los dublineses" de James Joyce: "The dead" ("El muerto").

Lo había saludado hace no demasiado tiempo en la Ciudad de México, para la entrega de las Diosas de Plata, durante cuya premiación los cineastas mexicanos le rindieron un cálido homenaje: ya las huellas de su enfermedad, un enfisema pulmonar, eran manifiestas ("estoy adaptando este cuento de Joyce que tengo proyectado hace treinta años, pero Joyce es un autor que casi nadie lee, y con tantos films que he debido hacer para pagar a mis ex-mujeres y a mis médicos, no había sido posible. En el guión me ayuda mi hijo Tony, y el rol principal femenino lo lleva mi hija Anjélica"). Inicialmente, la filmación debía realizarse en Irlanda, pero su precario estado de salud obligó a levantar locaciones en un Estudio ubicado hacia el desierto en las afueras de Los Angeles. Huston se ve obligado a desplazarse en silla de ruedas, pues si pasa más de veinte minutos en pie debe poner tubos a su nariz conectados a un tanque de oxígeno. Con el rostro consumido, su gran cuerpo encorvado en la silla y levemente interrumpidos los movimientos de sus manos por súbitos temblores, sin embargo, se ve absolutamente determinado a consumir sus últimas energías haciendo lo que ama hacer: dirije a los actores sentado en un rincón del estudio frente a una pantalla de televisión que le permite controlar los encuadres de la cámara. Cuando el león habla, el estudio está en silencio, sabe exactamente lo que quiere de cada actor, los que son arcilla en sus manos; se dice que no ha hecho más de dos o tres tomas de cada escena, trabajando unas seis horas cada día, lo que es heroico en su estado. En un instante de descanso, lo veo solo y, no sin temor a interrumpirle, me acerco al lugar en que ha estacionado su silla; me observa y me anima haciendo un gesto con su mano. Huston es el mismo viejo león de siempre. Su apostura es intocable a pesar de su silla de ruedas. Es sólo su cuerpo que ya no quiere responderle, pero él está intacto. Nos dice: - La historia se desarrolla en una residencia burguesa de Dublín -nos dice Huston-, en una navidad de principios de siglo, y aborda las relaciones de un matrimonio cuya pasión renace debido a un acontecimiento inesperado. Me han prohibido los médicos ir a Irlanda por su duro invierno, así es que ha ido a filmar a Dublín una segunda unidad. - ¿Elijió esta obra por su pasado irlandés? - La quería filmar porque creo que es tal vez el mejor cuento que escribió Joyce. Nos sitúa ante ciertos hechos de la vida como el amor, el matrimonio, la muerte y la pasión, y nos obliga a enfrentarlos. - ¿Se siente usted satisfecho del trabajo realizado? - De ninguna manera. Nunca he quedado satisfecho porque siempre he sabido que todo puede ser mejor. Pero para hacer cosas perfectas necesitamos mucho tiempo, en la perfección siempre influye el tiempo, en muchas maneras, y tú vez que ya no tengo mucho tiempo, entonces, debo hacer las cosas lo mejor que las circunstancias me lo permitan, pero ¿estar satisfecho?. No, de ninguna manera estoy satisfecho. - ¿Qué le preocupa? - El futuro, aunque éste ya no me pertenezca. Tengo la sensación de que vivimos en el mundo como si viviéramos en el Titanic, esta sensación me embarga. Se refleja en estos sets, que son exactamente como me siento ahora: ordené que construyeran algo que no durara mucho, algo que desaparecerá cuando hayamos terminado de filmar. Esta cercanía a la muerte que me ha traido esta enfermedad, no me permite abandonar esa idea miserable de que debamos desaparecer irremediablemente.
- Pero en el futuro usted existirá mientras haya alguien que tenga memoria del cine.
- Entonces yo ya habré desaparecido en el vacío. Entonces, ¿qué importa lo que se diga si igual yo desapareceré?.
FIN
(c)Waldemar Verdugo Fuentes
Publicado en Papel en México (VOGUE - UnoMásUno)
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Primera Edición Internet 2003

FILMOGRAFIA DE JOHN HUSTON

Derecha: John Huston con Orson Welles y con Ernest Hemingway.

COMO AYUDANTE DE DIRECCCIÓN:
1946: The stranger (El extranjero), de Orson Welles
1951: The Prowler (El vago), de Joseph Losey

COMO DIRECTOR: (* = guión del mismo Huston)

CORTOMETRAJES
(De la Serie: "¿Por qué nosotros combatimos?"*):
1943: Report From The Aleutians (Reporte de las Aleutianas).

LARGOMETRAJES
1941: The Maltese Falcon (El halcón maltés). *De la novela de Dashiell Hammett. Con Humphrey Bogart, Mary Astor.
1942: In this our life (Como ella sola). *De la novela de Ellen Glasgow. Con Bette Davis, Olivia de Havilland, Charles Coburn.
1942: Across the Pacific (A través del Pacífico). Basado en la serial de Robert Carson. Con Humphrey Bogart, Mary Astor.
1947: The treasure of Sierra Madre (El tesoro de la Sierra Madre). *De la novela de Bruno Traven. Con Humphrey Bogart, Walter Huston, Alfonso Bedoya, Bruce Bennett.
1948: Key Largo (Cayo Largo). *De la obra teatral de Maxwell Anderson. Con Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Edward G. Robinson, Lionel Barrymore, Claire Trevor.
1949: We were Strangers (Somos desconocidos). *Basado en un episodio de la novela de Robert Sylvester. Con John Garfield, Jennifer Jones, Pedro Armendáriz, Ramón Novarro.
1950: The asphalt jungle (La jungla de cemento). *De la novela de W.R. Burnett. Primer estelar de Marilyn Monroe.
1951: The red badge of Courage (La roja insignia del valor). *De la novela de Stephen Crane. Con Audie Murphy, Bill Mauldin.
1952: The african queen (La reina de Africa). *De la novela de C.S. Forester. Con Humphrey Bogart, Katherine Hepburn.
1953: Moulin Rouge. *De la novela de Pierre de la Mure, sobre la vida del pintor Toulouse-Lautrec. Con José Ferrer, Zsa Zsa Gabor.
1953: Beat the devil (La burla del diablo). De la novela de James Helvick, según un guión de Truman Capote. Con Humphrey Bogart, Jennifer Jones, Gina Lollobrigida.
1956: Moby Dick. De la novela de Herman Melville, según un guión de Ray Bradbury. Con Gregory Peck, Orson Welles.
1957: Heaven knows, Mr. Allison (El cielo sabe). *De la novela de Charles Shaw. Con Robert Mitchum, Deborah Kerr.
1958: The barbarian and the geisha (El bárbaro y la geisha). De la novela de Ellis St. Joseph. Con John Wayne, Shirley McLaine.
1958: Roots of heaven (Raíces del cielo). De la novela de Romain Gary. Con Errol Flynn, Juliette Greco, Trevor Howard, Orson Welles.
1958: The unforgiven (Los que no perdonan). De la novela de Alan Le May. Con Burt Lancaster, Audrey Hepburn, Lillian Gish.
1960: The misfits (Los inadaptados). Guión de Arthur Miller. Ultima película de Marilyn Monroe. Con Clark Gable, Montgomery Clift, Thelma Ritter, Eli Wallach.
1962: Freud, the secret passion (Freud, pasión secreta). De un guión extenso de Sartre editado por Charles Kaufman y Wolfgang Reinhardt. Con Montgomery Clift, Susannah York, David McCallum.
1963: The list of Adrian Messenger (La lista de Adrian Messenger). De la novela de Philip McDonald. Con George C. Scott, Diana Wynter, Tony Curtis, Burt Lancaster, Robert Mitchum, Frank Sinatra.
1964: Night of the iguana (La noche de la iguana). *De la obra de Tennessee Williams. Con Richard Burton, Ava Gardner, Deborah Kerr, Sue Lyon, Cyril Delevanti, Emilio Fernández.
1966: The Bible...In the Beginning (La Biblia...En el principio). De 22 capítulos del Libro del Génesis de la Biblia. Guión de Christopher Fry, Jonathan Griffin, Ivo Perielli y Vittorio Bonicelli; asesorados por los sacerdotes Salvatore Garafulo, M. Merchand y Angelo Lombardi. Con Michael Parks (Adán), Ulla Bergryd (Eva), Richard Harris (Caín), Franco Nero (Abel), Stephen Boyd (Nemrod), George C. Scott (Abraham), Ava Gardner (Sara), Peter O'Toole (los tres ángeles), Rupella Maggio (la mujer de Noé) y el mismo Huston (como Noé y el Narrador).
1967: Casino Royale. De la novela de Ian Fleming, segmento inicial. Con Peter Sellers, Ursula Andress, David Niven, Orson Welles, Woody Allen, William Holden, Charles Boyer, George Raft, Jean-Paul Belmondo.
1968: Reflections in a golden eye (Reflejos en un ojo dorado). *De la novela de Carson McCullers. Con Elyzabeth Taylor, Marlon Brando.
1969: Sinful davey (La horca puede esperar). Del libro de memorias de Davey Haggarth. Con John Hurt, Nigel Davenport.
1969: A walk with love and death (Paseo por el amor y la muerte). De la novela de Hans Koningsberger. Con Anjélica Huston, Assaf Dayan.
1970: The Kremlin letter (La carta del Kremlin). De la novela de Noel Behn. Con Bibi Anderson, Lila Kedrova, Raf Vallone, Max Von Sydow, Barbara Parkins, Orson Welles.
1972: Fat city (Ciudad Dorada). De la novela de Leonard Gardner. Con Stacy Keach, Jeff Bridges.
1972: The life and time of Judge Roy Bean (El juez de la horca). De un guión de John Milius. Con Paul Newman, Ava Gardner, Victoria Principal, Anthony Perkins, Tab Hunter, Jacqueline Bisset.
1973: The Mackintosh man (El hombre de Mackintosh). De la novela de Desmond Begley. Con Paul Newman, Dominique Sanda, James Mason.
1975: The man who would be King (El hombre que sería Rey). *De la historia de Rudyard Kipling. Con Sean Connery, Michael Caine, Cristopher Plummer, Albert Moses.
1979: Wise Blood (Sangre sabia). De la novela de Flannery O'Connor. Con Brad Dourif, Ned Beatty, Amy Wright, Dean Stanton.
1980: Phobia. Guión de Gary Sherman y Ronald Shusett. Con Paul Michael Glaser, John Colicos.
1981: Escape to victory/Victory (Victoria). Guión de Yabo Yablonsky, Djordje Miliceyic, Jeff Maguire, Evan Jones. Con Sylvester Stallone, Michael Caine, Max Von Sydow, Pelé.
1982: Annie. Guión de Carol Sobieski, basado en la obra teatral de Thomas Meehan, Charles Strouse, Mart¡n Charnin y derivada de la tira "Little Orpham Annie". Con Aileen Quinn, Albert Finney, Carol Burnett, Bernardette Peters.
1983: Under the vulcano (Bajo el volcán). De la novela de Malcolm Lowry. Con Albert Finney, Jacqueline Bisset, Emilio Fernández.
1985. El honor de los Prizzi, basada en la novela de Richard Condon. Con Jack Nickolson, Kathleen Turner, Anjélica Huston.
1987: The dead (El muerto). Del cuento de James Joyce. Con Anjélica Huston. Cinta póstuma.
1944: The Battle of San Pietro (La batalla de San Pietro).
1944: Let There Be Light (Que se haga la luz).

COMO ACTOR EN PELICULAS NO DIRIJIDAS POR EL:
1929: Shakedown (El testamento), de William Wyler.
1929: Hell's Heroes (Santos del infierno), de William Wyler.
1930: The Storm (El asalto), de William Wyler.
1963: The Cardinal (El Cardenal), de Otto Preminger. Basada en la novela de Henry Morton Robinson.
1968: Candy, de Christian Marquand.
1968: Rocky Road to Dublin (Rocky camina a Dublin), de Peter Lennon.
1969: De Sade (El marqués de Sade), de Cy Endfield.
1970: Myra Breckenridge, de Michael Sarne. Ultima cinta en que actuó Mae West.
1970: The Bridge in the Jungle (El puente en la selva), de Pancho Kohne, basado en la novela de Bruno Traven.
1970: La Spina Dorsale del Diavolo/The Deserter (El Desertor), de Burt Kennedy. De una historia de William H. James.
1971: Man in the Wilderness (El hombre de una tierra salvaje), de Richard C. Sarafian.
1973: Battle for the Planet of the Apes (Batalla por el planeta de los simios), de J. Lee Thompson. Basada en una tira creada por Pierre Boulle.
1974: Chinatown (Barrio Chino), de Roman Polanski.
1974: The Other Side of the Wind, de Orson Welles (inacabado).
1975: Breakout (Fuga suicida), de Tom Gries. 1975: The wind and the Lion (El viento y el león), de John Milius.
1976: Sherlock Holmes in New York, de Boris Segal.
1977: Tentacles (Tentáculos), de Oliver Hellman.
1978: The Visitor (El visitante del más allá), de Giulio Paradisi.

COMO GUIONISTA EN PELICULAS NO DIRIJIDAS POR EL:
1931: A House Divided (La casa de la discordia), de William Wyler.
1932: Murders in the Rue Morgue (Asesinatos en la calle Morgue) de Robert Florey.
1932: Law and Order (Ley y Orden), de Edward L. Cahn.
1938: Jezabel, de William Wyler. De la obra de Owen Davis.
1938: The amazing Dr. Clitterhouse (El extraño doctor Clitterhouse), de Anatole Litvak. De la obra de Barrey Lyndon.
1939: Juárez, de William Dieterle. Basado en "Maximilian and Carlotta", de Franz Werfel y "The Plantom Crown", de Bertita Harding.
1940: Dr. Ehrlich's Magic Bullet (El gabinete mágico del dr. Ehrlich), de William Dieterle. Basado en el material biográfico de la familia Ehrlich.
1941: High Sierra (El último refugio), de Raoul Walsh. De la obra de W. R. Burnett.
1941: Sergeant York (Sargento York), de Howard Hawks. Basado en las novelas "War Diary of Sgt. York", "Sgt. York and his People" de Sam K. Cowan y "Sergeant York Last of the Long Hunters", de Tom Skeyhill.
1946: The killers (Los asesinos), de Robert Siodmak.
1946: Three Strangers (Tres extranjeros), de Jean Negulesco.
1946: The stranger (El extranjero), de Orson Welles. Basado en una historia de Victor Trivas y Decla Dunning.
1946: Thee Strangers (Tres extranjeros), de Jean Negulesco.

Investigación de esta Filmografía: Waldemar Verdugo (Staff-VOGUE)
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